sábado, 1 de diciembre de 2007

Tramo GR-36 - Alcudia de Veo - Masía de la Campana (Sueras) - Castillo de Alcudia de Veo.

Hay que dirigirse por carretera hasta Alcudia de Veo por la CV-223, pasamos Artesa, Tales, nos desvíamos hacia la izquierda en el cruce (Sueras quedaría hacia la derecha) dejamos Benitandús a la izquierda y abajo y continuamos carretera arriba, pasamos Veo y un poco más tarde entramos en la población de Alcudia de Veo.
El municipio de Alcudia de Veo está compuesto por cuatro núcleos urbanos, tres de ellos habitados: Alcudia de Veo, Veo y Benitandús y el cuarto - Jinquer (Xinquer) - deshabitado desde tiempos de la guerra civil.
Es en la población de Alcudia de Veo donde aparcamos nuestro vehículo y se inicia esta ruta enclavada en el Parque Natural de la Sierra de Espadán.
Mañana muy fría. Salimos a la carretera y por debajo de la hornacina - que pide protección al pueblo de Alcudia de Veo - nos dirigimos hacia el área recreativa de la Fuente de San Pedro y cuando la pasamos y dejamos atrás ya se puede ver el sendero de nuestra ruta de esta semana. De nuevo, observamos escarcha en los campos y un sendero empedrado, en esta ruta veremos por doquier una cantidad ingente de líquenes - utilizando sustratos tan diversos como rocas y corteza de árboles - su presencia demuestra la pureza del aire.
Encajados en nuestra caminata por una rambla, cuyo fondo irregular dificulta la marcha hasta que saliendo de ella entramos en el bosque encantado, como a mí me gusta llamarlo.
Bosque encantado, en realidad se trata de un alcornocal, todo por nuestro alrededor está lleno de alcornoques, miremos donde miremos allí están compartiendo con estos intrusos el espacio natural, de formas irregulares y troncos y ramas retorcidas, múltiples tonalidades cromáticas y contrastes de luces y sombras. Nuestros ojos pueden ver troncos gruesos propios de los viejos ejemplares y copa amplia mezclados con jóvenes ejemplares de tronco pequeño y en desarrollo. Ya se ha recogido la corteza del alcornoque, que es muy gruesa, esponjosa y ligera y que recibe el nombre de corcho.
La humedad es muy patente, y ahí está el musgo para testificar lo que decimos y se nota en nuestros cuerpos, la luz es tenue pues las amplias copas de los viejos ejemplares impiden que el sol caliente el bosque.
Cuando salimos de él, vuelve la luz y los cálidos rayos del sol, tibiamente calientan nuestros cuerpos agradecidos por ello.
Remontamos y podemos ver la formas de unas flechas, hechas con unas piñas por un senderista diseñador, sin duda alguna. Aquí nos encontramos con unos senderistas que iban hacia los Órganos de Benitandús, saludos y un poco de charla animan estos momentos que no podemos alargar pues la mañana se nos echa encima a todos, tomamos nota de direcciones electrónicas y Blogs, despedidas y a continuar, buena marcha...
Estas piñas convertidas ya en señales, indican en dirección contraria a la nuestra, pues nuestra ruta es libre, por lo que hacemos caso omiso a las mismas y continuamos con nuestra ruta - a nuestro regreso sí que obedeceremos a estas señales - que nos llevarán sobre nuestros pasos.
Ya se divisa una panorámica propia de la montaña y el Castillo de Mauz (Sueras), como siempre de vigía, parece que nos dé la bienvenida junto con la Luna, que la podemos contemplar en un cielo despejado y azul. Vamos descendiendo por unas sendas con bastante pendiente y con piedras sueltas, por lo que extremamos la precaución para evitar caidas y ahí delante de nuestros ojos está la Masía de la Campana.
No se encuentra sóla pues unos ciclistas están reponiendo fuerzas y son los que nos inmortalizan con una fotografía, saludos, despedidas y regresan a Onda, pues de allí son y de allí habían salido esta mañana. Es el momento de que nosotros hagamos lo mismo, abrimos nuestras mochilas y reponemos fuerzas, y de paso descansamos un poco que también se agradece y falta nos hace, pues no habíamos hecho ninguna parada.
Como buenos caminantes, tocamos la campana, como no podía ser de otra manera, pues así lo manda la tradición y regresamos sobre nuestros pasos, ascendiendo por la montaña. Si dificil era la bajada, durísima la subida, nos internamos en el bosque encantado, cruzamos el mismo, encajamos de nuevo en la rambla, caminamos ya por la senda empedrada y nos encontramos, otra vez, en la Fuente de San Pedro, donde un sendero - entre corrales y pajares abandonados - nos llevará hasta el emplazamiento del Castillo de Alcudia de Veo.
La subida se hace dificil por el desnivel, la vegetación y arbustos que tiene tomados los accesos al Castillo. Como podemos, intuimos las sendas transitables, los jabalíes sí conocen bien el cerro, pues hay señales inequívocas de su presencia - y a duras penas conseguimos avanzar y acceder al Castillo.
Aunque se encuentra en ruinas podemos observar que debió de ser un Castillo de cierta envergadura y bella factura y que como a la mayoría de la Sierra de Espadán podría ser de origen árabe, aunque su estado actual y la ausencia de bibliografía sobre el mismo hacen casi imposible su datación en el tiempo. Está casi oculto por la exuberante vegetación donde predominan los arbustos y me atrevería a decir que lo envuelven y si no me creen miren las fotografías - lo envuelven, definitivamente - como si el cerro lo quisiera para sí sólo.
Una observación detenida de sus restos descubre prácticamente la totalidad del amurallamiento del recinto y de su patio de armas, parte de sus torres de defensa, así como la torre principal en la que se pueden ver perfectamente los restos de una escalera para alcanzar la zona de las almenas.
La situación estratégica es inmejorable pues desde arriba se divisa todo el valle y las montañas, Alcudia de Veo, a sus pies.
Descendemos por el sendero una vez que nos hemos abierto paso a través de la vegetación y los arbustos y alcanzamos los corrales abandonados, donde no me puedo resistir a hacer una serie de fotografías a sus puertas rústicas y ventanas, Fuente de San Pedro, dejamos atrás ya el área recreativa y entramos en la población de Alcudia de Veo, una vez cruzado el puente, donde damos por finalizada, sin incidencias, la ruta elegida para esta semana.
Senderistas: Francisco Sánchez, Vicente Gimeno y el autor.

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