Los geógrafos tomaron el término de la pintura, y denominaron paisaje a las características de una región. En el caso de un paisaje natural, sus características incluyen el relieve, el clima y también los seres vivos que lo habitan.
En rigor, actualmente casi no existen paisajes naturales, pues la acción humana, de manera directa o indirecta, ha impactado en toda la superficie terrestre.
De todas maneras, aún se pueden registrar regiones en donde la interacción entre el clima y los elementos geológicos y biológicos se mantiene relativamente intacta. Ejemplos de ello son el Polo Norte y el Polo Sur, las cadenas montañosas del Himalaya y los Andes y zonas desérticas, como el Sahara o el Valle de la Muerte, en el desierto de Mojave.
En general, se trata de lugares que, por las características de su suelo o bien, por su clima o altura, resultan inhabitables para el ser humano, y que tampoco cuentan con materias primas que puedan ser explotadas.
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