La Vía Augusta constituye el primer gran eje vertebrador de la Península Ibérica, con un trazado desde Gades (Cádiz), a los Pirineos, continuando en Francia con el nombre de Vía Domitia, y por Italia como Vía Flamínia y Vía Aurelia hasta enlazar con Romam (Roma). Desde los albores de nuestra era, hace más de 2.000 años nos ha hecho partícipes de primer orden en la formación del denominado mundo mediterráneo.
Fue el emperador
Augusto el impulsor de la unificación, rectificación y reparación de los primigenios caminos iberos, helénicos y cartagineses para crear una verdadera vía de comunicación de gran alcance, con Roma como polo central de difusión de cultura, comercio y poder.
Los Vasos Apolinares, también conocidos como Vascula Apollinaria y Vasos de Vicarello, son cuatro vasos de plata descubiertos en las termas de Vicarello, junto al lago de Bracciano (Acquae Apollinares), cerca de Roma, en 1852.
Con forma de miliario, se cree que son exvotos de algún gaditano que buscaba la salud en las aguas del lago. En sus paredes están grabados los nombres y las distancias entre las distintas estaciones de la vía que llevaba de Gades a Roma, con una longitud de unas 1.841 millas romanas.
Actualmente se conservan en el Palacio Massimo alle Terme del Museo Nacional Romano, en Roma y constituyen una fuente geográfica e histórica excepcional.
Es la calzada romana más larga del territorio peninsular con un recorrido total aproximado de 1.500 km. y es el elemento romano de mayor importancia dentro del Patrimonio Viario, incluida en la lista indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Sin duda la elección de su trazado se debe a sus condiciones geográficas y los recursos del territorio, que aún hoy se mantienen y se han diversificado. Para estudiarla, potenciarla en su totalidad y reunificar las actuaciones que aisladamente se han realizado sobre la calzada, la Generalitat redactó en 2010 el "Plan Director de Recuperación de la Vía Augusta en la Comunitat Valenciana", con objeto de identificar su trazado, salvaguardar esta infraestructura histórica y disponerla al disfrute de los ciudadanos, planificando la restauración de su infraestructura, su armonización paisajística y la dotación de servicios para el transeúnte.
Las calzadas romanas tienen consideración de yacimiento arqueológico, por lo que es de aplicación el artículo 62 de la Ley 4/1998 del Patrimonio Histórico Valenciano, en cuanto a las cautelas a seguir en las actuaciones sobre ellas. Para la legislación urbanística valenciana son elementos de la ordenación estructural de territorio.
De los estudios históricos y arqueológicos realizados se ha confeccionado el trazado básico, que se irá confirmando con la ejecución de la recuperación de las calzadas romanas Vía Augusta.
Estructuras de las calzadas romanas:
Las vías romanas se diseñaron teniendo en cuenta los viejos caminos ibéricos existentes en la Península. De hecho, su utilización resultó fundamental para el desarrollo de ciudades como Valentia (València), Saguntum (Sagunt), Lucentum (Alicante) y Saetabis (Xàtiva). Una vez que los romanos elegían el trayecto que debía seguir una calzada, los agrimensores, que eran los responsables de esta tarea, medían y señalaban su trazado y, posteriormente, se excavaba la tierra para liberar la zona interesada.
El sistema constructivo de una calzada romana era muy complejo. Gracias a los estudios arqueológicos, sabemos que se marcaban dos surcos paralelos y se excavaba el espacio que quedaba en medio, hasta alcanzar la roca o tierra firme. A continuación se llenaba el hueco con algunas de las siguientes capas o con todas ellas: statumen, formada por grandes piedras; rudus, de piedras de tamaño medio; nucleus, de arena, y pavimentum, grandes losas planas que formaban el pavimento.
La Vía Augusta atraviesa 280 km de las provincias de Castellón, Valencia y Alicante, aunque numerosos tramos se encuentran en mal estado de conservación debido al abandono y la construcción de nuevas infraestructuras.
Son tres los tipos de calzadas que conocemos: de tierra, de grava y pavimentadas. Por supuesto, antes de su planteamiento los técnicos tenían en cuenta diferentes factores, entre ellos la condición natural del terreno y la pendiente, y aprovechaban los tramos con largas alineaciones rectas. La anchura media de la calzada era de entre cuatro y seis metros, aunque hay excepciones que alcanzan de 10 a 14, mientras que las aceras, que únicamente se construían cerca de las ciudades, tenían una anchura de tres a 10 metros por cada lado.
Todavía se conservan algunos de estos tramos que han mantenido hasta la época moderna la denominación de Camino Romano, Vía Romana, Calzada Romana, hasta la construcción en el siglo XIX de las carreteras.
Para señalar las distancias del camino, los romanos colocaban en el borde miliarios, que marcaban la distancia entre ellos, de 1.481 m, equivalentes a un milia passum (un millar de pasos). En su superficie llevaba inscrito el nombre del constructor o restaurador de la vía, la denominación de ésta y la distancia desde el punto de partida o de llegada (caput o terminus viae).
El emperador Augusto ideó la arteria, que se extiende a lo largo de casi 1.500 kilómetros por la península Ibérica.
Serias dudas sobre el trazado:
No obstante las numerosas investigaciones sobre el asunto, hay un bajo nivel de certeza a la hora de definir el trazado de la Vía Augusta por tierras valencianas. Para ello sería necesario un estudio más profundo de la topografía de los territorios que atraviesa, la localización de los antiguos asentamientos arqueológicos cercanos a la calzada, documentación histórica relacionadas con los caminos, toponimia, cartografía y fotografía aérea de las diferentes zonas. Un inconveniente es la dificultad de fechar los caminos debido a que han sido reutilizados a lo largo de los tiempos y a su uso continuado hasta la actualidad que ha modificado las estructuras más antiguas.
Fuentes: https://www.castellonarqueologico y Aquis Querquennis.
Este riquísimo tramo de la Vía Augusta, que hemos recorrido desde el Arco Romano de Cabanes hasta La Pobla Tornesa, corresponde con su antiguo trazado porque está alejado de carreteras y otras infraestructuras viarias que no lo han modificado o por lo menos no lo han desdibujado y en su recorrido hemos tenido la inmensa fortuna de descubrir tres miliarios que se encuentran en su emplazamiento original, "in situ".
¡Somos viatores, cuán afortunados somos!