La villa de Eslida se encuentra enclavada, al pie de l´Alt de l´Aljub, a 274 msnm, en la orilla derecha del río Anna y donde predominan los bosques de pinos y alcornoques.
Eslida, tiene todo su término municipal dentro de los límites del Parque Natural de la Sierra de Espadán.
Los orígenes de Eslida, aunque se consideran anteriores al período de dominación musulmana, son inciertos. Algunos investigadores la identifican con la Oleastrum de Estrabón durante la romanización. En su término municipal se descubren restos de un acueducto correspondiente a esa época. Durante el período de dominación musulmana, la población de Eslida fue de importancia y su castillo desempeñó una relevante función como enclave estratégico.
El territorio, y especialmente el castillo de Eslida, fue conquistado por Jaime I, junto con los castillos de Ahín, Veo, Sueras y Xinquer, formando, en la Edad Media, el Alcaidazgo de Eslida, llamado así por ser esta villa la residencia del Cadí. A tenor de los pactos de Jaime I con el Cadí, éste mantuvo cierto grado de autoridad sobre la población musulmana ya en tiempos de conquista cristiana.
El territorio estaba poblado por musulmanes a los que Jaime I otorgó Carta Puebla, el 20 de mayo de 1242, ... Carta de seguridad y poblamiento a los musulmanes de la Sierra de Eslida y lugares de Ahín, Veo, Senguer, Palmes y Sueras..., permitiéndoles - en consecuencia - conservar la posesión de sus bienes y practicar su religión (o lo que es lo mismo, se incorporan al mundo cristiano que los había conquistado pero que no les dominaba).
En 1258 sería donado a Galcerán de Moncada y posteriormente ostentaría su titularidad la baronía de Jérica y el ducado de Segorbe.
Se concedió una segunda Carta puebla en 1276.
La saca del corcho es una actividad ancestral, profundamente arraigada en regiones como España, Portugal y otros países mediterráneos, que consiste en la extracción de la corteza del alcornoque (Quercus suber) para obtener el corcho. Este proceso, que combina tradición, habilidad y respeto por la naturaleza, se realiza de forma manual y sostenible, garantizando la supervivencia del árbol y la calidad del material.
La saca del corcho es más que una actividad económica; es un legado cultural.
La saca es una labor artesanal que requiere gran destreza para no dañar el árbol. Se realiza en verano (de junio a agosto), cuando la corteza está más suelta debido a la actividad biológica del alcornoque. Los pasos principales son:
Preparación: los "sacadores" (trabajadores especializados) seleccionan los alcornoques maduros, aquellos con al menos 25-30 años de edad para la primera saca (llamada "bornizo") o los que ya han sido descorchados previamente (corcho "amadia"). Se marca el árbol para indicar que está listo.
Corte inicial: con un hacha de descorche, se realiza un corte preciso alrededor del tronco, generalmente a unos 50 cm del suelo, y otro en la parte superior de la zona a extraer. También se hacen cortes verticales para dividir la corteza en planchas.
Extracción de las planchas: usando la parte trasera del hacha o herramientas específicas, los sacadores separan cuidadosamente las planchas de corcho del árbol, evitando dañar la capa interna (el líber), que es vital para la regeneración del árbol.
Recogida y transporte: las planchas de corcho se apilan y trasladan a un lugar donde se airean y secan durante semanas o meses, antes de ser procesadas.
Hemos sido testigos excepcionales y unos auténticos privilegiados al presenciar una clase magistral del sacador Don José Antonio Rochera natural de Eslida y que representa dignamente la 4ª generación de sacadores.
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